Sólo las mariposas negras lividean
los néctares de la felicidad pasada.
No voy a pedirle perdón al viento,
ni al tiempo, ni al recuerdo,
ni al fútil vuelo de su aroma
que respira la fragilidad en mi piel.
No voy a ser esas alas de ángel
que se marchitan en cada amanecer
con presagios de una vida en muerte.
Sólo tu yo en mí, y voy a creer, crecer;
flotando en mi tiempo presente
caminando feliz por su pasado.
Tú mi espejo, mi Rey, mi guía.
Tú, mi padre.
los néctares de la felicidad pasada.
No voy a pedirle perdón al viento,
ni al tiempo, ni al recuerdo,
ni al fútil vuelo de su aroma
que respira la fragilidad en mi piel.
No voy a ser esas alas de ángel
que se marchitan en cada amanecer
con presagios de una vida en muerte.
Sólo tu yo en mí, y voy a creer, crecer;
flotando en mi tiempo presente
caminando feliz por su pasado.
Tú mi espejo, mi Rey, mi guía.
Tú, mi padre.
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