No puede el ave volar prisionero en su jaula aunque tenga alas, ni el viento guardar la raíz del balanceo del trigo aunque tenga un fuerte tallo, ni el pez salpicar cristalinas gotas de agua turbia aunque el arroyo caudaloso en mares desemboque, ni el fruto ser la sazón del pasto en el destiempo aunque grato salve la estación.
Jamás no podrá la boca morder más de lo que mastica ni tragar más de lo que crítica.
En su final, toda contracorriente se diluye en el vientre, se conoce al que miente, se disipa al falso y nulo creyente mientras se maldice al vidente, pero el tiempo; el tiempo siempre asiente.
Jamás no podrá la boca morder más de lo que mastica ni tragar más de lo que crítica.
En su final, toda contracorriente se diluye en el vientre, se conoce al que miente, se disipa al falso y nulo creyente mientras se maldice al vidente, pero el tiempo; el tiempo siempre asiente.
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