Me asomo a la calle y la observo mientras el humo de mi cigarrillo dibuja un verso en el aire que va desapareciendo en la ascensión.
La calma transcurre silenciosa como un grito en la nada, la percibo tan real que me asusta, no sé si estoy aquí o la droga del descanso aún me altera flotando en este viaje.
Sigo pensando que no soy yo el de los ojos, que soy otro, que tal vez sea el sueño que se me clava dentro de esta realidad como una flacidez de superficie o que tal vez me esté mostrado cuál es el interior de esta dimensión o quizás, que estoy atorado entre dos mundos sin rumbo.
Me asomo a la calle y me despierto transitando por cada banco, cada portal y cada acera, tan libre de equipaje que me siento ligero, solitario y vacío.
Cierro los ojos y miro en la lejanía del asfalto con su sin fin, repaso con lupa mi cuerpo y no llego a ver mis zapatos que van ligeros por el sin camino.
Creo que no soy yo, tal vez sea el sueño del ayer, del mañana o quizás el del nunca jamás. Quiero escapar al vuelo y me encuentro sujeto, atado con mil cuerdas a mi no presente.
Pero sigo aquí o tal vez allí, no lo sé, pero me siento.
De nuevo cierro los ojos y despierto en un mundo tan real como ausente de realidades y tan de pronto, me doy cuenta que estoy viviendo un sueño vivo como el de la vida misma.
La calma transcurre silenciosa como un grito en la nada, la percibo tan real que me asusta, no sé si estoy aquí o la droga del descanso aún me altera flotando en este viaje.
Sigo pensando que no soy yo el de los ojos, que soy otro, que tal vez sea el sueño que se me clava dentro de esta realidad como una flacidez de superficie o que tal vez me esté mostrado cuál es el interior de esta dimensión o quizás, que estoy atorado entre dos mundos sin rumbo.
Me asomo a la calle y me despierto transitando por cada banco, cada portal y cada acera, tan libre de equipaje que me siento ligero, solitario y vacío.
Cierro los ojos y miro en la lejanía del asfalto con su sin fin, repaso con lupa mi cuerpo y no llego a ver mis zapatos que van ligeros por el sin camino.
Creo que no soy yo, tal vez sea el sueño del ayer, del mañana o quizás el del nunca jamás. Quiero escapar al vuelo y me encuentro sujeto, atado con mil cuerdas a mi no presente.
Pero sigo aquí o tal vez allí, no lo sé, pero me siento.
De nuevo cierro los ojos y despierto en un mundo tan real como ausente de realidades y tan de pronto, me doy cuenta que estoy viviendo un sueño vivo como el de la vida misma.
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