Llamas al arte y nace el gozo,
imposible sellar el pozo,
esa boca que nunca harán callar,
esa voz que no se podrá matar,
ese, el pueblo;
el que tiene que unirse y hablar,
mientras exprimen sin pensar.
Malditos sean los señoritos
mancilladores de escasos bienes,
que más parecen caballeros medievales
bebiendo nuestros vinos
y comiendo nuestros panes.
Maldita sean las leyes injustas,
los hombres incestos,
las lecturas turbias
y la indecencia en abusos.
Maldita sea la arrogancia
de la gente en alta estancia,
que dispersa con elocuencia
mientras vive en la abundancia.
Maldita sean las varas de medir,
de rasar, las formas del mentir.
Que muy grandes sean nuestras calles,
con sus avenidas y portales,
por la que gentes salgan a raudales
pidiendo decencia, para los mortales.
Maldita sean...
Esas malas cosas, las que siempre nos rodean.
Me encanta!
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