A veces siento que el camino tropieza con la huella de mis sucios pasos,
que además, entre las nieblas,
son los presos en la altura de unas nubes cargadas de clásico raciocinio,
con el aderezo de un odiado herdor.
A veces, sigo siendo,
simplemente yo,
el que se balancea presto siguiendo las líneas de esa turbia luz que se abre paso, festivo y ausente, al trono de las sombras de su interior.
que además, entre las nieblas,
son los presos en la altura de unas nubes cargadas de clásico raciocinio,
con el aderezo de un odiado herdor.
A veces, sigo siendo,
simplemente yo,
el que se balancea presto siguiendo las líneas de esa turbia luz que se abre paso, festivo y ausente, al trono de las sombras de su interior.
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