Parece ser que una carrera viene sin paso,
que un porqué viene sin pregunta,
que un quizás no tiene su sitio, ni su lugar, ni su verdad,
o que un ya sé, está fuera de razón.
Pero no, no es cierto que se pueda volar sin alas,
ni que lluevan manjares en las gulas,
ni que la riqueza se le otorgue al mendigo,
ni que la humanidad muera sin razón.
No es cierto.
No seas tú, ni él, ni nosotros,
pero seamos todos,
esos, los que teniendo el desgaste de un educando mostramos la otra mejilla,
y esos, que fieles y firmes adoramos al prójimo con otra visión de amor,
y los que dejamos volar libre a la eterna libertad contra el sentir del miedo,
los que con un buen acto nos llenamos de felicidad.
Excepto los sin seso;
aquellos perturbados sin corazón que están destinados al odio del olvido dentro del recuerdo,
los que rompen la indolencia de la noche contra la lucidez verdadera,
los violentos cobardes faltos de hervores
o aquellos de las falsas formas de vida tras los barrotes de sus negados reflejos.
Esos llorosos reflejos enfermos de los cristales del día
con sus negros lazos de sangre.
Esos contra los que tocará luchar el mal del ayer y los que nos marcarán un mañana en esta merecida, desada y tatuada a lágrimas;
una mejor, pero, mayor paz.
