Era el ladrón de su pensamiento
el que tropezaba con sus palabras
con el consentido hecho de la razón,
el que hizo que la perdida del roce
oscureciera la luz de su fiel verdad
con el sinvivir de su roto secreto
por los vaivenes de la vida y la ficción.
Vivía semienterrada la sensación
al otorgarse fría y corrompida
por aquella decisión con su dolor,
dejándose llevar por la lujuria
de un querer en el ser que no fue
y forjada en cada batalla del tiempo
con una guerra inexistente.
Era el ladrón de su razonamiento
libre, reo y preso en su cruel medida,
por cada minuto de sus segundos,
esquivando lo esperado
con sus miradas de ensueño
para que el hechizo se evaporara.
Era el ladrón de su mentira
en su fidelifad de derrotado verdugo
y con el prolongado castigo
de un menospreciado cómo su yo.
Ensangrentado y muerto,
sin corazón, sin cerebro y sin ojos
en los pensamientos del ladrón.
el que tropezaba con sus palabras
con el consentido hecho de la razón,
el que hizo que la perdida del roce
oscureciera la luz de su fiel verdad
con el sinvivir de su roto secreto
por los vaivenes de la vida y la ficción.
Vivía semienterrada la sensación
al otorgarse fría y corrompida
por aquella decisión con su dolor,
dejándose llevar por la lujuria
de un querer en el ser que no fue
y forjada en cada batalla del tiempo
con una guerra inexistente.
Era el ladrón de su razonamiento
libre, reo y preso en su cruel medida,
por cada minuto de sus segundos,
esquivando lo esperado
con sus miradas de ensueño
para que el hechizo se evaporara.
Era el ladrón de su mentira
en su fidelifad de derrotado verdugo
y con el prolongado castigo
de un menospreciado cómo su yo.
Ensangrentado y muerto,
sin corazón, sin cerebro y sin ojos
en los pensamientos del ladrón.
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