Cuantas palabras no merecidas
Mudas y doloridas
Habrán tras los visillos de tus ojos.
Cuanto silencio habrá
En la tristeza de tus pupilas,
Las que no nos dejan ver
El cortinaje que cubre
Tu humilde y roto corazón.
Cuanto dolor escondido,
Cuantos recuerdos muertos
Pasados por la pila,
La pila de los sueños,
Los sueños del porqué.
Cual grande será la ausencia
Y el dolor que tendrá tu día,
Sin que te venga a visitar
La luz de tus ojos,
El aroma de ti,
El humilde fruto de tu huella,
El amor de tu vientre.
Cuanto brillo penan tus ojos
Muriendo en cada lágrima,
En cada mirada muda,
En cada cabeza gacha,
En cada ausencia del presente.
Cuanta tristeza en tú silencio
Sin poder leer tus pensamientos.
Triste premio en tu vida.
Injusta vida con tu premio.
Pobre de ti, dulce Isabel.
Pobres de nosotros
Los que no pueden aliviar
Esa pena por ti.
Hoy, oigo llorar tu alma
Y sólo te puedo animar
Que no tengas en el que pensar.
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